Constelaciones
Can Mayor
Origen/mitología
Esta constelación, cuyo nombre en latín significa "perro mayor", está íntimamente relacionada Canis Minor (el "perro menor"), y ambas se representan siguiendo a Orión, la constelación del cazador.
En la antigua Mesopotamia, Sirio, llamado KAK.SI.DI por los babilonios, se interpretaba como una flecha apuntando hacia Orión, mientras que las estrellas del sur de Canis Mayor, y una parte de las de Puppis, se veían como el arco, llamado BAN en el compendio babilónico de las «Tres estrellas cada una», que datan del siglo XII a. C. En el último compendio de astronomía y astrología babilónica titulado MUL.APIN Sirio, la flecha, también estaba vinculada con el guerrero Ninurta, y el arco con Ishtar , hija de Enlil (señor de los cielos y la tierra). Ninurta estaba relacionada con la deidad posterior Marduk, que mató a la diosa del océano, Tiamat, con un gran arco.
Sin embargo los antiguos griegos reemplazaron la representación del arco y la flecha por la de un perro. la identidad del perro varía según el autor:
— Se ha relacionado con perro Lélape (en griego antiguo Lailaps, «viento de tormenta»), un regalo de Zeus a Europa. De Europa pasó a su hijo Minos, el cual se lo regaló a Procris (la ninfa de Diana) y su esposo Céfalo (que después fue amante de Eos, cuyo anterior amado había sido precisamente Orión, hasta que este murió). Según algunos escritos, Minos eyaculaba serpientes, escorpiones y arañas que devoraban los genitales de sus amantes. Procris le ayudó metiendo una vejiga de cabra en la vagina de Pasífae, la mujer de Minos para que el coito no la dañase. Como agradecimiento, Minos le regaló a Procris este perro, que era tremendamente rápido y nunca perdía una presa.
— En las versiones de Ovidio e Higino del mito anterior, es Diana la que le regala el sabueso a Procris.
— Otros autores lo relacionan con la perra Mera de Erígone, hija de Icario de Atenas. Erígone guiada por Mera halló el cadáver de su padre, asesinado por los pastores. Ella se ahorcó y Mera se arrojó por un acantilado (o un pozo, según fuentes). Dioniso puso a la perra (Can Mayor) entre las constelaciones al igual que a Icario (Bootes ó Boyero) y Erigone (Virgo).
— También se le ha considerado uno de los perros de caza de Orión (junto al otro, Can Menor, ya de la época romana), persiguiendo a Liebre o ayudando a Orión a luchar contra Tauro. Es referido de esta manera por Aratos, Homero y Hesíodo.
La representación de Can Mayor ha ido, obviamente, ligada a la interpretación de su estella magna Sirio, conocida en el Antiguo Egipto como Sopdet, Sothis o Sethis (en griego, Sothis, identificado con Isis), que ya se incluye en los primeros registros astronómicos simbolizada por un perro, lo cual dio origen al nombre de la constelación. Sirio tenía en Egipto, como en otros pueblos antiguos, gran importancia como marcador del inicio de la época de lluvias (crecida del Nilo, etc.). Así al otro lado del mundo, para los chibchas (indígenas de la actual Colombia), la primera salida visible de Sirio anunciaba el comienzo de la temporada de lluvias.
En Sumeria, hace unos 5.000 años, Sirio servía de referencia en su calendario y en el ciclo agrícola, con el nombre MULKAK.SI.SÁ. Además era una importante divinidad sumeria conocida como MULKAK.TAG.GA («flecha del cielo»), aunque subordinada a la «estrella dominante de Dios sobre el resto de objetos celestes», Venus (considerada la diosa Inanna). Además, según el «MUL.APIN», Sirio era para asirios y babilonios una señal para especificar los años bisiestos.
En la antigua Grecia su aparición, anunciando las sequías estivales, y su brillo y titilación hizo creer que emanaba una influencia maligna sobre algunas personas, que pasaban a diagnosticarse como astrobólētos («golpeadas por la estrella»). Sirio aparece en la literatura como «ardiente» o «llameante». El periodo siguiente a la aparición de Sirio se conocía como los «días del perro»
En el imperio romano se celebraba la puesta de Sirio el 25 de abril por medio del sacrificio de un perro junto con incienso, vino y una oveja para la diosa Robigo, con el fin de proteger las cosechas de enfermedades como la roya del trigo (supuestamente causada por las emanaciones malvadas de la estrella). Los romanos denominarion canicŭla a los «días del perro» griegos y cuyo vocablo latino aún persiste en el diccionario español («canícula»), onservando su significado («período del año en que es más fuerte el calor»), momento que en la actualidad no coincide con ese momento estelar debido a la precesión de los equinoccios..
El mito romano se refiere a Can Mayor como Custos Europae, el perro que protegía a Europa pero que no pudo evitar que Júpiter, transformado en Toro, la raptara. También se le conocía como Janitor Lethaeus («el perro guardián»), en referencia a Cerbero.
Claudio Ptolomeo de Alejandría, como se ha citado en el apartado de «Datos generales», incluye esta estrella en su Almagesto y la usa como localización del meridiano central terrestre. Como se ha visto en el citado apartado, dibujó la estrella como una de las seis estrellas rojas (Betelgeuse —Orión—, Antares —Escorpión—, Aldebarán —Tauro—, Arturo —Boyero— y Pollux —Géminis—).
En la astronomía árabe medieval, la constelación era conocida como al-Kalb al-Akbar , «el Perro Mayor». El erudito Abū Rayḥān al-Bīrūnī bautizó a Orión como Kalb al-Jabbār, «el gigante del perro». Entre los merazig, una tribu de Túnez, los pastores cuentan con seis constelaciones que marcan el paso de la estación seca y calurosa, y una de ellas, llamada Merzem, incluye las estrellas de Canis Major y Canis Minor.
En 1521, en las tablas Alfonsíes, de Alfonso X de Castilla, «el Sabio», aparece como Canis Syrius
Para el pueblo maorí señalaba el comienzo del invierno, llamándo Takurua a la estación y también al propio Sirio. Su punto culminante en el solsticio invernal era día de fiesta en Hawái —actualmente ya en el hemisferio norte terrestre), donde se conocía como Ka'ulua («Reina del cielo»).
Para los polinesios Sirio pertenecía a una constelación llamada Manu, en la que simulaba el cuerpo de un gran pájaro cuyas puntas de las alas eran Canopus (Carina), al sur, y Proción (Can Menor), al norte. Estas dos últimas estrellas dividían el cielo polinesio en sus dos hemisferios.
En la astronomía china, la constelación Can Mayor se incluye en el Pájaro Bermellón, uno de los cuatro símbolos de las constelaciones chinas. Este símbolo en concreto representa el elemento taoísta fuego, la dirección sur y la estación estival.
En cuanto a Sirio, está documentada desde el s. VII a. C.(en la obra de Hesiodo). Aparece en el Corán («Él es el Señor de Sirio —la Poderosa Estrella—». También, en algunos escritos árabes, en los que se la llama ash-shira («el líder»). En sánscrito es Mrgavyadha («cazador de ciervos»), que representa a Rudra (Shiva). En ese mismo idioma también se la conoce como Lubdhaka, («cazador»). En Escandinavia es Lokabrenna («la antorcha de Loki»), y en China es la estrella del «lobo celestial».
Muchos pueblos indígenas de norteamérica la relacionaban con perros de diversas historias y leyendas. Por ejemplo, el pueblo cheroqui enlazó Sirio con Antares, considerándolas la pareja de perros guardianes que custodiaban cada lado del «Camino de las almas».
Como curiosidad histórica, en el siglo XVIII, el filósofo Immanuel Kant consideró que Sirio debía ser el centro gravitatorio del universo, alrededor del que rotarían todos los astros, llevado a esta propuesta por el rutilante centelleo de la estrella y su brillo sin par.
La estrella Sirio aparece en la literatura a lo largo de la historia. Así, en la Ilíada (s. VIII a. C.) atribuida a Homero, este describe la llegada del héroe guerrero heleno Aquiles a Troya comparándolo con la deslumbrante estrella Sirio. Regresando a siglos más cercanos, encontramos esta estrella en «Micromégas» (1752), cuento de Voltaire en el que se relata la visita a la Tierra de un gigante de un mundo que orbita a Sirio. También se cita esta estrella en las novelas «Lejos del mundanal ruido» (1874) y «Tess de los d'Urbervilles» (1891), ambas de Thomas Hardy, «El Silmarillion» (1977), compendio de obras e J. R. R. Tolkien.
Igualmente, Isaac Asimov se refiere a Sirio en sus series de novelas de ciencia ficción «The Foundation», y también en sus novelas «Pebble In The Sky» (1950) y «Lucky Starr y los anillos de Saturno» (1958).
Otras novelas en que aparece Sirius son: Avispa (1957), de Eric Frank Russell, en que la Tierra está en guerra con el Imperio Siriano cripto-nazi; «Semilla de luz» (1959), de Edmund Cooper, y «Como en una llanura oscura» (1972), de Ben Bova.
Por último en la famosísima serie televisiva de los ochenta «V», los humanoides reptiles carnívoros que pretenden invadir la Tierra proceden de Sirio IV.