Planeta 9
Datos estimadosOrigen y características

nombre: Planeta 9, Phattie y Thelisto.
diámetro: 26.000–52.000 km (2,04—4,08 veces el de la Tierra).
masa: 10 veces la de la Tierra.
mínima distancia al Sol (perihelio): 200 U.A.
máxima distancia al Sol (afelio): 1.200 U.A.
temperatura: -226ºC.
periodo orbital (traslación): 10.000—20.000 años terrestres.
inclinación axial: 30º.
Origen y características
Cuando los astrónomos y matemáticos estudiaron la órbita de Urano se percataron de que no cumplía con los mopdelos matemáticos. Debía existir algún objeto que, con su fuerza gravitatoria, consiguese alterar la óebita esperada de Urano. Y es así como, Urbain Le Verrier predijo, en 1846, la existencia de Neptuno, que fue comprobada visualmente ese mismo año.
Este hecho está sucediendo con objetos transneptunianos. Estos son objetos rocosos, en el Cinturón de Kuiper, más pequeños que Plutón que orbitan alrededor del Sol

Batygin y Brown publicaron un estudio en The Astronomical Journal, en enero de 2016, en el que relataban que analizaron seis objetos transneptunianos extremos en una configuración estable de órbitas en su mayoría fuera del cinturón de Kuiper (Sedna y cinco más). Encontraron que estos seis objetos tenían órbitas que no están agrupadas en sus argumentos de perihelio, sino que estaban alineadas aproximadamente en la misma dirección en el espacio físico y se encuentraban aproximadamente en el mismo plano. Siendo los seis objetos más distantes, significaban que eran menos propensos a ser perturbados por Neptuno.
Investigadores de Caltech (Instituto de Tecnología de California) en 2016 encontraron indicios de la existencia de un planeta gigante en los confines del sistema solar que sería el responsable de que los cuerpos helados del Cinturón de Kuiper apunten sus órbitas elípticas en la misma dirección.
Este noveno planeta (recordemos que Plutón fue degradó de planeta a planeta enano en 2006) podría ser la causa, incluso, de la inclinación de los planetas del sistema solar respecto al ecuador del Sol. Se trata de apenas 6 grados de desvío sufridos a lo largo de 4,5 mil millones de años, pero para los científicos es un misterio.
La teoría que propone la existencia de este nuevo planeta fue publicada el 20 de enero de 2016 en el Astronomical Journal por los astrónomos del Instituto Tecnológico de California (Caltech), Michael E. Brown y Konstantin Batygin.
La teoría que propone la existencia de este nuevo planeta fue publicada el 20 de enero de 2016 en el Astronomical Journal por los astrónomos del citado Instituto Tecnológico de California (Caltech) Michael E. Brown y Konstantin Batygin.
Se estima que tendría 10 veces la masa de la Tierra y de 2 a 4 veces su diámetro, teniendo un tamaño semejante a Neptuno. Astrofísicos de Berna (Suiza) han publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, entre sus conclusiones, que su energía intrínseca es aproximadamente 1.000 veces más grande que su energía absorbida. Así, la luz del sol reflejada aportaría sólo una pequeña parte de la radiación total que podría detectarse. Esto significa que el planeta es mucho más brillante en el infrarrojo que en imagen óptica.
Su órbita sería extremadamente elíptica, 20 veces más alejada del Sol que lo está Neptuno y cuya traslación completa tardaría entre 10.000 y 20.000 años terrestres.
Tras los cálculos de su masa se considera que es suficiente para limpiar su órbita a lo largo de 4600 millones de años y que, por tanto, cumple con la definición de planeta.
Brown especula que es muy probable que el planeta predicho sea un gigante de hielo expulsado del interior del sistema solar y de composición similar a Urano y Neptuno (constituidos por roca, hielo y gas). Su origen estaría en la nube que generó el sistema solar —como el resto de los planetas— más que es una captura por parte del Sol de un planeta errante.
Sin embargo aún no ha podido ser detectado por telescopios ópticos, infrarrojos o de otro tipo. Si existe el planeta, y está cerca de su perihelio, los astrónomos podrían identificarlo a partir de imágenes existentes. Para su afelio, se requieren los telescopios más grandes. Sin embargo, si el planeta se encuentra actualmente en el medio, muchos observatorios podrían detectar al Planeta Nueve. Estadísticamente, el planeta tiene más probabilidades de estar más cerca de su afelio, a una distancia de más de 500 UA. ya que los objetos se mueven más lentamente cuando están cerca de su afelio, de acuerdo con la segunda ley de Kepler.
La búsqueda en bases de datos de objetos estelares realizada por Brown y Batygin ya ha excluido la mayor parte del cielo donde el planeta predicho podría estar, salvo la dirección de su afelio, o en los fondos difíciles de detectar donde la órbita cruza el fondo de la Vía Láctea, que está cerca de las direcciones del afelio o al lado de su perihelio en la dirección aproximada de Escorpio y Sagitario.
La existencia de un planeta de unas 50 veces la masa de la Tierra podría haber sido descubierta ya por el satélite WISE (Explorador Infrarrojo de Campo Amplio) de la NASA. Sus datos se siguen estudiando. Investigaciones estiman que el Planeta Nueve ya podría haber sido detectado por el Telescopio TESS (Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito) de la NASA, que ha examinado todo el hemisferio sur del cielo y es capaz de detectar magnitudes alrededor de 21 (se cree que el Planeta Nueve tiene una magnitud de 19-24). Por lo tanto, si es que el Planeta Nueve está en la región celeste del hemisferio Sur se aumentaría la probabilidad de que el TESS logre descubrirlo.
Los astrónomos de la NASA, la Universidad Estatal de Arizona y la de Berkeley intentan localizar a este extraño objeto perdido en el espacio entre el Sol y las estrellas más cercanas, y para ello han pedido a los ciudadanos que participen en la búsqueda por medio de un proyecto online llamado «Backyard Worlds: Planet 9», en el que se usan imágenes tomadas por el telescopio espacial WISE de la NASA.
>Vídeo del Observatorio Vera C. Rubin en Chile que será, probablemente, el que confirme o descarte al existencia del Planeta 9 (y su tipo). Este observatorio no está conectado a ninguna agencia espacial. Sus fondos provienen de la Asociación Nacional de Ciencias y del Departamento de Energía de los EE. UU.
En 2023 el Observatorio Vera C. Rubin1 estará terminado en la cordillera del Cerro Pachón en el centro-norte de Chile y podrá cartografiar el cielo entero en tan solo unas pocas noches, proporcionando más datos sobre los objetos distantes del cinturón de Kuiper que podrían tanto reforzar la evidencia para el Planeta 9 como ayudar a identificar su ubicación actual, odescartar, definitivamente, su existencia.
Los astrónomos esperan que el descubrimiento del Planeta 9 ayude en la comprensión de los procesos que están detrás de la formación del sistema solar y de otros sistemas planetarios, y a comprender como de inusual es el sistema solar comparado con otros sistemas planetarios.
Para acabar de complicarlo todo, las últimas investigaciones han dado un giro insospechado a la teoría de la existencia del Planeta 9: investigadores de la Universidad de Cambridge propusieron que, en lugar de un planeta, lo que había era un disco de escombros de tamaño ingente. Por otro lado, desde las Universidades de Durham e Illinois sugerían que este fenómeno en realidad podría ser ¡un agujero negro!
Esta tercera hipótesis ha ganado fuerza últimamente, hasta el punto de que se ha desarrollado un nuevo método que, con la ayuda del futuro telescopio LSST (Legacy Survey of Space and Time) —en palabras de sus creadores, «el telescopio que producirá las imágenes más profundas y amplias del universo» —, podría explicar de una vez por todas si ese Planeta 9 es, en realidad, un agujero negro.
La teoría de que fuese un agujero negro sería una buena explicación al hecho de que aún no se haya podido observar y solo se hayan detectado las anomalías producidas por él en las órbitas de los objetos del cinturón de Kuiper. Sería un agujero negro primordial (creado en las condiciones del Big Bang) del tamaño de una naranja.
El planeta 9 recuerda a la teoría de la existencia del Planeta X (llamado así por ser un planeta desconocido), propuesta en 1906 con la cual pretendían explicar ciertas perturbaciones de las órbitas de Urano y Neptuno, que no eran comprensibles considerando la influencia de los demás cuerpos ya identificados del sistema solar y las masas que se les atribuían a esos cuerpos celestes, según los datos disponibles en esa época.
Nuevas mediciones de la sonda espacial Voyager 2, que corrigieron las estimaciones previas de la masa de Neptuno, explicaban por sí solos las llamadas perturbaciones de las órbitas Urano y Neptuno, de manera que no se requería la presencia de un Planeta X para justificar la mecánica celeste de ambos. Sin embargo es la semilla usada para entender la presencia de un gran planeta helado que explique los comportamientos de los objetos transneptunianos: el Planeta 9.
Independientemente de la posible existencia de ese hipotético gran planeta gigante, de hasta diez veces el tamaño terráqueo, un equipo de científicos liderado por el Observatorio Astronómico Nacional de Japón ha publicado un nuevo estudio en The Astronomical Journal (agosto 2023) en el que anuncian evidencias de un potencial nuevo planeta, similar en tamaño a la Tierra, oculto en las profundidades del sistema solar, en el cinturón de Kuiper. su tamaño sería, como máximo, el triple del de la Tierra. En todo caso, debido a la gran distancia al Sol, no parece viable la existencia de vida conocida en ese planeta al ser muy improbable la existencia de agua líquida a tan bajas temperaturas.
1Este observatorio llamado anteriormente Large Synoptic Survey Telescope (LSST) fue rebautizado, iniciandose el proceso en junio de 2019, a Observatorio Vera C.Rubin. El cambio de nombre se convirtió en ley el 20 de diciembre de 2019, anunciándose oficialmente en la reunión de invierno de la Sociedad Astronómica Estadounidense de 2020. Se busó así honrar el legado de Rubin y sus colegas para investigar la naturaleza de la materia oscura mediante el mapeo y catalogación de miles de millones de galaxias a través del espacio y el tiempo. El telescopio se llamará Simonyi Survey Telescope, en reconocimiento a los donantes privados Charles y Lisa Simonyi. Su tarea principal será un estudio astronómico, el Legacy Survey of Space and Time (LSST), siglas que coinciden con las de su primer nombre aunque no con su significado.