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Satélites Naturales
de Júpiter

Lunas de Júpiter

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Ío

Imagen de alta resolución de Ío a partir de fotografías tomadas el 7/9/1996 y el 6/11/1996 por la sonda Galileo. La imagen está centrada en el lado de Ío que siempre mira en dirección opuesta a Júpiter. El norte queda arriba (NASA / JPL / Universidad de Arizona)

Fue descubierta por Galileo en 1610, aunque su descubrimiento, y el del resto de las hoy llamadas lunas galileanas, fue reclamado por el astrónomo alemán el alemán Simon Marius. Sin embargo parece que, aunque pudo haber sido una coincidencia independiente, se atribuye a Galileo un descubrimiento más temprano y mejor documentado.

Recibe su nombre de una de las muchas doncellas de las que Zeus se enamoró en la mitología griega, doncella de Argos, sacerdotisa de la diosa Hera e hija de Ínaco.

Es el satélite galileano más próximo a Júpiter y el tercero en tamaño de todos las lunas Jovianas. Además es el más denso de todos los satélites y el menos contenido de agua.

Esta luna tiene gran importancia histórica: favoreción la adopción del modelo heliocéntrico de Copérnico y el desarrollo de las Leyes de Kepler del movimiento planetario. Además, la primera medición de la velocidad de la luz fue realizada por Ole Rømer midiendo el periodo de traslación de Ío.

La luna de Júpiter, Ío, es el mundo más volcánicamente activo del sistema solar, con cientos de volcanes, algunas fuentes de lava en erupción a decenas de kilómetros de altura. Algunos son tan grandes que pueden ser vistos desde telescopios potentes de la Tierra. Europa, Ganimedes e Io están en resonancia orbital 8resonancia de Laplace), por lo que esta última está atrapada en un tira y afloja entre la gravedad masiva de Júpiter y los tirones más pequeños pero crónicos de sus «vecinas de arriba», Europa y Ganimedes. Ambas lunas perturban la órbita de Ío haciéndola irregularmente elíptica, por lo que esta variación de su proximidad al planeta genera unas enormes fuerzas de marea.

Estas fuerzas hacen que la superficie de Ío se abulte hacia arriba y hacia abajo (o hacia adentro y hacia afuera) hasta 100 metros. Teniendo en cuenta que en la Tierra las mareas mayores solo elevan y bajan el océano 18 metros (y eso que es agua, no una superfície sólida como en Ío), nos da una idea de la potencia de las mareas de la luna joviana. Por tanto las citadas fuerzas generan una enorme cantidad de calor en el interior de Ío, manteniendo gran parte de su corteza subterránea en forma líquida, que buscará cualquier ruta de de escape disponible hacia la superficie para aliviar la presión. Es por ello que la superficie de Ío se renueva constantemente, llenando los cráteres de impacto con lagos de lava fundida y creando nuevas y suaves llanuras aluviales de roca líquida. Si bien aún no se conoce la composición de ese material, las dos opciones más probables son, o bien que está formado por azufre fundido y compuestos del mismo (lo que explicaría la policromía del satélite), o roca de silicato (que daría sentido a las temperaturas, demasiado altas como para ser azufre).

Animaciones, a partir de datos de imagen de la sonda Juno, de Loki Patera y de la apodada Steeple Mountain (NASA / JPL-Caltech / SwRI / MSSS).

Su superficie también posee más de cien montañas generadas por la brutal compresión existente en la base de la corteza de silicatos del satélite, algunas de ellas más altas que el Everest.

Atendiendo a la volcánica naturaleza de Ío, sus características llevan nombres de personajes y lugares del mito de Ío, así como de deidades del fuego, los volcanes, etc. de varias mitologías, y de personajes y lugares del Infierno de Dante.

De sus regiones, destacan por su mayor tamaño Colchis Regio (2.826,00 km de diámetro), Media Regio (2.627,92 km), Bosphorus Regio (1.607,21 km), Tarsius Regio (1.498,59 km), Illyrikon Regio (1.000,51 km), etc, todas referencias a regiones de la Tierra por las que pasó o en las que se desarrollaron acontecimientos de la doncella Ío.

Otras características topológicas del satélite de relevancia por su tamaño son: Nemea Planum (meseta de 888,50 km de diámetro), Dorian Montes (cadena montañosa de 566,21 km), Boösaule Montes (540,00 km), Masubi Fluctus (499,94 km) y Tung Yo Fluctus (457,95 km), terrenos cubierto por los materiales arrojados de un volcán, con los nombres del dios del fuego japonés y chino, respectivamente. También encontramos centros eruptivos como Masubi (509,10 km) y Prometheus (438,79 km, con nombre del dios griego del fuego).

Vista en corte de la posible estructura interna de Io. La superficie es un mosaico de imágenes obtenidas en 1979 por la nave Voyager. Las características interiores se infieren a partir de las mediciones del campo gravitatorio y del campo magnético de la sonda Galileo. El nucleo (en gris) está dibujado al tamaño relativo correcto. La costra de roca está dibujada en marrón (NASA / JPL).

Más pequeñas, pero famosas por la animación que se muestra junto a estas líneas, elaborada a partir de datos del generador de imágenes JunoCam de Juno, encontramos a Loki Patera (226,57 km), una depresión llena de magma bordeada de lava fundida, que en este caso toma su nombre del dios nórdico, y a Steeple Mountain (nombre no oficial dado por el equipo de la misión). Las imágenes en que se basan las animaciones fueron tomadas por la sonda en sus sobrevuelos de Ío realizados entre diciembre de 2023 y febrero de 2024, a distancias tan cortas como 1.500 km de la superficie septentrional de la luna.

Según datos recogidos por la sonda Galileo, en su interior hay un núcleo metálico de hierro y níquel, que le proporcionaría su campo magnético, rodeado por una costra de roca de silicato (en vez de gruesas capas de hielo como la mayoría de los satélites externos) que llega hasta la superficie. Esta luna, a diferencia de las otras tres lunas galileanas, carece de agua

Ío, de un tamaño ligeramente más grande que nuestra luna, ha alcanzado un equilibrio de marea, esto es, invierte el mismo tiempo en realizar una rotación completa que una órbita a su planeta. Por ello, como suele ser normal, en las lunas grandes, siempre le da la misma cara a su primario.

Su atmósfera es muy delgada y compuesta mayoritariamente por dióxido de azufre. El gas de azufre (S2) que es expulsado por los volcanes cae en zonas frías pasando a formar, en un principio, moléculas de tres o cuatro átomos (S3, S4), de color rojo, para, finalmente, reagruparse en anillos de ocho átomos (S), que otorgan a esta luna de su típico color amarillo pálido.

El giro de Júpiter provoca que su gran campo magnético atraviese Ío, arrancándole una tonelada de material por segundo, el cual se ioniza en el campo magnético y crea una nube con mucha radiación en forma de rosquilla, conocida como toro de plasma. Los iones que escapan de este toro hinchan la magnetosfera de Júpiter al doble del tamaño esperado. Las auroras de la atmósfera superior del gigante gaseoso tienen su origen en estos iones atraídos por esta.