Constelaciones
Tauro
Origen/mitología
Tauro es una de las constelaciones más antiguas, de miles de años, remontándose al Calcolítico, también llamado Edad de Cobre (periodo del Neolítico previo a la Edad de Bronce). Algunos expertos, como Michael Rappenglück, de la Universidad de Munich, creen que Tauro ya aparece representado en una pintura rupestre del Paleolítico Superior, en el llamado Salón de los Toros, en las cuevas de Lascaux (Francia), descubiertas en 1940. Esta pintura, de hace 15.000 años, es un mapa en el que Rappenglück entiende reconocer las estrellas de Tauro y las Pléyades.
Por tanto, cuando Ptolomeo catalogó a Tauro como una de las constelaciones del zodiaco, alrededor del año 150 d.C., la constelación ya era bien conocida en casi todas las culturas del mundo.
Su importancia en la prehistoria se debió, posiblemente, a que en el Calcolítico y la Edad del Bronce Temprano, desde aproximadamente el 4000 a. C. hasta el 1700 a. C., Tauro marcaba el punto del equinoccio vernal (primavera), trasladándose posteriormente a la constelación vecina de Aries. Su trascendencia para el calendario agrícola influyó en varias figuras de toros en las mitologías de las antigua Sumeria, Acad, Asiria, Babilonia., Egipto, Grecia y Roma.
En la antigua Babilonia, Tauro era conocida como «MUL.APIN», que significa «El Toro Celestial», en referencia a una batalla entre Gilgamesh y el Toro, enviado por la diosa Ishtar para matar a Gilgamesh en venganza por haberla rechazado. Enkidu, compañero de aventuras del rey y héroe mitológico Gilgamesh, arranca la parte trasera del toro y lanza los cuartos al cielo, donde se convierten en las estrellas que conocemos como Osa Mayor y Osa Menor. Gilgamesh es a veces mostrado como la constelación vecina Orión apuntando su arco al Toro. En otros casos identifican a Gilgamesh con el sol, cuya salida en el equinoccio vence a la constelación.
En el arte mesopotámico temprano, el Toro del Cielo estaba estrechamente asociado con Inanna, la diosa sumeria del amor sexual, la fertilidad y la guerra. Una de las representaciones más antiguas muestra al toro de pie ante el estandarte de la diosa. Dado que tiene 3 estrellas representadas en su parte posterior (el signo cuneiforme de «constelación de estrellas»), hay buenas razones para considerar esto como la constelación que, actualmente, se conoce como Tauro.
La misma representación icónica del Toro celestial se representó en el zodíaco de Dendera, una talla en bajorrelieve egipcio en un techo que representaba el hemisferio celeste usando un planisferio. En estas culturas antiguas, la orientación de los cuernos se describía como hacia arriba o hacia atrás. Esto difería de la representación griega posterior donde los cuernos apuntaban hacia adelante.
Para los egipcios, la constelación de Tauro era un toro sagrado que estaba asociado con la renovación de la vida en primavera. Cuando el equinoccio de primavera entraba en Tauro, la constelación quedaba cubierta por el Sol en el cielo occidental, iniciándose la primavera. Este «sacrificio» generaba la renovación de la tierra. En un principio, Tauro fue, para los hebreos, la primera constelación de su zodíaco, y por ello fue representada por la primera letra de su alfabeto, Aleph.
Tauro también alberga uno de los pocos objetos celestiales mencionados por su nombre en la Biblia: en el Libro de Job, del Antiguo Testamento, se puede leer la frase « ¿Puedes atar las brillantes Pléyades? », en una discusión entre Dios y Job.
El nombre «siete hermanas», se ha utilizado para las Pléyades en los idiomas de muchas culturas, incluidos los grupos indígenas de Australia, América del Norte y Siberia, lo cual sugiere que el nombre puede tener un origen antiguo común.
Las Pléyades estaban más cerca del Sol en el equinoccio de primavera alrededor del siglo XXIII a. C. En la astronomía babilónica, la constelación figuraba en el MUL.APIN como «GU 4 .AN.NA», («El Toro del Cielo»). Aunque se ha afirmado que el equinoccio de primavera estaba en Tauro cuando los babilonios establecieron por primera vez su zodíaco, parece que las tablillas MUL.APIN indican que el equinoccio vernal fue marcado por la constelación babilónica conocida como «el jornalero» (el actual Aries).
Ya en la mitología griega, Tauro se identificaba con Zeus, quien asumió la forma de un fabuloso toro blanco para secuestrar a Europa, la legendaria princesa fenicia. Después de que la sedujo dio a luz al que sería en el rey Minos, el primer monarca de Creta.
En las ilustraciones de esta mitología solo se representa la parte frontal de esta constelación, lo cual se explicaba porque Tauro estaba parcialmente sumergido mientras llevaba a Europa mar adentro.
En otra versión de la leyenda, Tauro representa al hermoso toro que el rey Minos no sacrificó a Poseidón, quien en castigo hizo que la esposa del rey, la reina Pasifás, se enamorara y se apareara con la bestia, y como resultado engendró al Minotauro.
Otro relato mitológico griego retrata a Tauro como Ío, una amante de Zeus. Para ocultar a su amante de su esposa Hera, Zeus transformó a Ío en una novilla.
Acusilaus, mitógrafo que vivió en la segunda mitad del siglo VI a. C, identifica al toro Tauro como el toro cretense de la leyenda de los trabajos de Heracles. Fue la bestia que envió la diosa Hera para acabar con Orión.
La mitología helena da la explicación de las Pléyades basándose en Atlas, el Titán que sostenía la Tierra sobre sus hombros gigantescos. Titán tuvo con su esposa Pléyone siete hijas, conocidas colectivamente como las Pléyades, Maya, Electra, Alcíone, Taígete, Estérope, Celeno y Mérope. Después de convertirse en el deseo de Orión, y de ser perseguidas por todo el mundo por el gigante, Zeus las transformó posteriormente en una bandada de palomas («Pléyades» en griego), y las puso en los cielos como las siete hermanas. Una de las hermanas, Merope, sin embargo, es invisible por vergüenza al haberse casado con Sifo, un hombre mortal.
Atlas tuvo otras 7 hijas con Aethra. Las Híades, como se las conocía, lloraron tan amargamente tras la muerte de su hermano, Hías, que Zeus se compadeció de ellas y las puso como un racimo de estrellas a la cabeza de la constelación de Tauro.
Tauro se convirtió en un importante objeto de culto entre los druidas. Su festival religioso táurico se celebró mientras el Sol atravesaba la constelación. Entre los pueblos árticos conocidos como los inuit, la constelación se llama Sakiattiat y las Híades como Nanurjuk (este último representa el espíritu del oso polar). Aldebarán representa al oso, y el resto de las estrellas de las Híades son perros que mantienen controlada a la bestia.
En las leyendas budistas se indica que Siddhārtha Gautama (Buda) nació cuando la luna llena estaba en Vaisakha o Tauro. Por eso el cumpleaños de Buda se celebra con el Festival Wesak, en sánscrito Vaisakha, que ocurre en la primera o segunda luna llena cuando el Sol está en Tauro. Esta es la celebración más importante del budismo y se reconoció internacionalmente, según Resolución 54/115 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, desde 1999, celebrándola en el plenilunio del mes de mayo (plenilunio de Tauro) en su sede y el resto de sus oficinas.