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Orbitadores pasados

Tras los éxitos de las sondas Pioneer (10 y 11) y Voyager (1 y 2) de los años 70 del siglo pasado, EE. UU. lanzó la nave Galileo con idea de estudiar Júpiter con mayor detalle mediante su orbitación, y no solo sobrevolándolo como las anteriores. De hecho es la única sonda, hasta la fecha, que ha orbitado al gigante gaseoso.

Su lanzamiento se produjo el 18 de octubre de 1989 desde el Centro Espacial Kennedy a bordo del transbordador espacial Atlantis. A diferencia de la Pioneer 10, Galileo utilizó la anteriormente citada ruta «VEEGA» de modo que suplio su escasez de combustible con la asistencia gravitatoria planetaria, aprovechando esa ruta para estudiar las nubes que cubren Venus.

Imagen en color a partir de imágenes tomadas por la nave espacial Galileo unos 14 minutos antes de su máxima aproximación al asteroide (243) Ida, el 28 de agosto de 1993. En ella aparece a la dercha la luna de Ida, Dactyl (NASA/JPL).

Atravesó el cinturón de asteroides fotografiando, el 29 de octubre de 1991, al asteroide (951) Gaspra, convirtiéndose en el primer asteroide fotografiado por una sonda. Tras un segundo sobrevuelo de la Tierra volvió a atravesar el cinturón de asteroides, momento en que descubrió la pequeña luna Dactyl, de 700 m de radio, que orbitaba el asteroide (243) Ida. Era el primer satélite de un asteroide descubierto.

El 22 de julio de 1994, estando de camino a Júpiter (se hallaba a 238 millones de kilómetros del planeta en ese momento y a 621 millones de kilómetros de la Tierra), la sonda Galileo pudo fotografiar directamente los impactos de fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 estrellándose contra el lado nocturno de Júpiter (los telescopios terrestres tuvieron que esperar para ver los sitios de impacto a medida que el planeta rotaba).

Galileo estaba integrado por dos elementos: una sonda, que pesaba 339 kg y medía 127 cm de diámetro y 91 cm de alto, y un orbitador, de 2.223 kg y 5,3 m de alto.

Animaciones, extraídas del vídeo «salvando a Galileo», de la nave espacial Galileo y de la entrada de su sonda en la atmósfera de Júpiter (JPL-Caltech; último montaje: ALBYSOL).

Tras seis años viajando juntos, la sonda se separó del orbitador el 13 de julio de 1995, y cinco meses después, el 7 de diciembre, penetró en la atmósfera de Júpiter a una velocidad de 47 km/s. Tras reducir la velocidad por la fricción, que pudo resistir gracias a su escúdo protector térmico, se deshizo de este y desplegó su paracaídas. En total logró emitir datos durante 58 minutos mientras recorría 153 km de las capas superiores de la atmósfera.

La señal finalmente se perdió al destruirse la sonda, derretida y vaporizada por las altísimas presiones y temperaturas.

El orbitador contaba con: cámara de imágenes de estado sólido, espectrómetro de mapeo de infrarrojo cercano, espectrómetro ultravioleta, radiómetro fotopolarímetro, magnetómetro, detector de partículas energéticas, investigación de plasma, subsistema de ondas de plasma, detector de polvo y contador de iones pesados.

La nave entró exitosamente en órbita el 7 de diciembre de 1995, iniciando su misión principal de dos años, con 11 órbitas, de dos meses cada una, diseñadas con el fin de tomar muestras de las diferentes partes de la magnetosfera del planeta así como para sobrevolar de cerca sus lunas más grandes.

Al concluir esta misión y ante el buen estado de la nave, la NASA amplió su vida por otros dos años en una segunda misión llamada GEM («Misión Galileo Europa»), cuyo objetivo principal era la luna helada Europa, aunque también las tormentas de Júpiter y los volcanes de Ío. En esta fase, de 14 órbitas más, se confirmó la presencia de un océano de agua bajo la superficie de Europa, dato que ha hecho a la NASA valorar misiones futuras a esa luna, al convertirse en una candidata a albergar vida.

Imagen del sistema de anillos de Júpiter, incluido el difuso anillo de gasa exterior, capturado por la nave espacial Galileo de la NASA (NASA/JPL/Cornell University).

Galileo reveló también que Ganímedes tiene su propio campo magnético, y dio pistas de un posible océano interno en Calisto, además de comprobar que los volcanes activos de Ío son más calientes que los de la Tierra. También en esta extensión GEM, el orbitador Galileo comprueba que el tercer anillo de Júpiter, conocido como el anillo de telaraña, consta de dos anillos distintos.

Tras superar con éxito los problemas originados por la radiación Joviana en sus sobrevuelos de Ío, la luna más próxima al gigante, los ingenieros extendieron la mision dos años más, desde enero de 2000 hasta septiembre de 2003, en la bautizada como Misión Galileo Millennium, en alusión al nuevo milenio que empezaba. En ella se recopilaron datos de Io y Europa y de las interacciones entre el viento solar y la magnetosfera de Júpiter, estudiando efectos de la radiación en una nave espacial cerca de Júpiter.

Tras el agotamiento del propulsor para poder mantener la misión por más tiempo, se decidió darla por concluida el 21 de septiembre de 2003. Para evitar una posible contaminación de la luna Europa se decidió dejarla caer en la atmósfera de Júpiter, lo cual llevó a cabo a la increible velocidad de 48,2 km/s (equivalente a ir de Madrid a París en unos escasos 22 segundos). Desde el lanzamiento hasta el impacto, la nave espacial había viajado más de 4.600 millones de kilómetros

Para una información más detallada de esta misión en relación a las lunas de Júpiter visitar el apartado Orbitadores pasados de la sección misiones a los satélites de Júpiter.

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