Planetas
Mercurio
Misiones
Introducción
Mercurio es el planeta más cercano al Sol. Eso ha dificultado siempre su observación directa desde la Tierra, ya que solo puede distinguirse, al amanecer o en el crepúsculo, en los periodos en que su órbita se aleja del Solsalvo en. Sin embargo se ha podido estudir en parte gracias a sus tránsitos frente a la estrella, los cuales se producen unas 13 veces cada centuria.
A pesar de ser, de media, el planeta más próximo a nosotros, tan solo fue el cuarto en ser visitado, por detrás de Venus (1962), Marte (1965) y Júpiter (1973). No ha habido históricamente mucha inclinación por parte de las agencias espaciales para crear misiones a Mercurio. Esto puede haberse debido a que la problemática para llevar allí una nave no ha compensado el interés que parece ofrecer el planeta respecto a otros destinos, si bien su estudio está dando y dará datos de relevancia científica.

Estas dificultades se deben a que Mercurio orbita al Sol a gran velocidad, lo que supone exigir un plus de velocidad a las naves. Además su cercanía al Sol complican la inserción en la órbita de la nave, precisando una gran cantidad de combustible para frenar la aceleración que provoca la gravedad por la estrella tan próxima. Para colmo, la necesidad de combustible también aumenta en caso de pretender aterrizar sobre su superficie, ya que la falta de atmósfera de Mercurio impide el frenado aerodinámico.
El método más eficiente energéticamente para llegar a Mercurio es el aprovechamiento de la atracción gravitacional de Venus. Así, en las décadas de 1950 y 1960 se mostró teorícamente que tales asistencias gravitacionales podrían usarse para alterar la trayectoria de una nave espacial sin el uso de propulsión de cohetes. La NASA planeaba una misión para los años 70, la Mariner-Venus-Mercury. En aquellos años, Giuseppe (Bepi) Colombo, un renombrado especialista italiano en mecánica celeste que daba clase en la antigua universidad de Galileo en Padua, presentó una propuesta que podía triplicar el rendimiento científico de dicha misión.
Colombo sugirió a la NASA una maniobra de asistencia gravitatoria sobre Venus para permitir a la misión visitar Mercurio las tres veces. Esta técnica de asistencia gravitatoria ha sido clave en las posteriores misiones misiones planetarias. La misión Mariner-Venus-Mercury, llamada finalmente Mariner 10, se pudo llevar a cabo con esta técnica, despegando en noviembre de 1973 (de ella se habla en el siguiente apartado).
El profesor italiano ya había sido reconocido por la comunidad científica al demostrar que Mercurio rotaba una vez cada 59 días terrestres, en vez de cada 88 días, como era creencia generalizada. Colombo descubrió, por tanto, la resonancia orbital responsable de que Mercurio rotase tres veces sobre su eje por cada dos revoluciones que daba alrededor del Sol.
En su honor se dio su nombre a la misión orbital de la ESA a Mercurio (ver apartado Misiones actuales de esta sección de misiones a Mercurio), a una división de los anillos de Saturno y a un asteriode —(10387) Bepicolombo—.
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