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Sondas EE. UU. (siglo XX)

La primera nave lanzada para sobrevolar Venus, la Mariner 1, inició una desviación de su trayectoria a los pocos segundos de ser lanzada el 22 de julio de 1962. Ante el riesgo de daños en su probable caída en una ruta de transatlánticos tuvo que ser destruida de forma inmediata.

Pero la siguiente nave, la Mariner 2, sí alcanzó logró su fin. Se lanzó el 27 de agosto de 1962 y llegó a su destino el 14 de diciembre de ese año.

Fue la primera misión planetaria exitosa, pudiendo transmitirse, por primera vez, datos desde las proximidades del planeta.

Con radares terrestres en los primeros años de los 60 se midió el lento movimiento de rotación retrógrada de Venus y esta nave contribuyó a su estudio, determinando, de forma precisa, su masa, la elevada temperatura de la atmósfera y las altas presiones en su superficie. Se detectó la predominancia del dióxido de carbono en su atmósfera y la ausencia, en principio, de campo magnético.

Las Mariner 3 y 4 ya fueron destinadas a Marte, pero con la Mariner 5, lanzada en junio de 1967, se retornó a Venus. Las siguientes tomaron de nuevo a Marte como objetivo hasta que en noviembre de 1973 se lanzó la última sonda espacial dentro del programa Mariner de la NASA, la Mariner 10, cuyo destino fue Venus y Mercurio.


La NASA, como continuación de su programa espacial envió dos naves al planeta vecino. Eran naves Pioneer pero, a diferencia de sus hermanas (cuyas misiones eran, entre otras, Júpiter, Saturno, el espacio interplanetario y apoyo a las misiones lunares Apollo), el destino de estas dos era Venus..

La Pioneer Venus Orbiter (también llamada Pioneer Venus 1 o Pioneer 12) fue la primera nave espacial estadounidense en orbitar Venus. Se envió el 20 de mayo de 1978 para el estudio de la atmósfera venusiana.

Estuvo en órbita alrededor del planeta Venus durante 14 años (a pesar de que estaba planificada solo para ocho meses). La sonda mapeo la superficie de Venus con un radar además de obtener otros hallazgos, como la ausencia (o mínima presencia) de campo magnético, y la composición de las nubes, en las que determinó la existencia de un importante porcentaje de ácido sulfúrico. Su última señal se recibió el 8 de octubre de 1992 y posteriormente se quemó en la atmósfera venusiana.

La Pioneer Venus Multiprobe (Pioneer Venus 2 o Pioneer 13) fue lanzada dos meses y medio después que su hermana. Constaba de la nave espacial principal, una sonda grande y tres sondas pequeñas idénticas, todas diseñadas para recopilar datos a medida que descendían hacia la superficie de Venus. Sorprendentemente, dos sondas sobrevivieron al fuerte impacto y una de ellas, la llamada Day Probe, transmitió datos desde la superficie durante 67,5 minutos.

La Pioneeer Venus 2 descubrió que entre aproximadamente 10 y 50 kilómetros casi no hay convección en la atmósfera, y bajo una capa de neblina, a unos 30 kilómetros, la atmósfera es relativamente clara. Además, por debajo de una altitud de 50 kilómetros las temperaturas informadas por las cuatro sondas indicaron muy pocas diferencias.

Este vínculo lleva al documental oficial del Centro de Investigación Ames de la NASA sobre el Proyecto Pioneer Venus (producido por George Van Valkenburg Productions). En él hay vídeos del centro de lanzamiento y seguimiento de la NASA y las opiniones de los profesionales en aquellos momentos sobre los hechos que se iban sucediendo durante la misión.


La sonda estadounidense Magallanes, lanzada el 4 de mayo de 1989 a bordo del transbordador Atlantis, fue un orbitador que llevó a cabo un mapeo de radar de alta resolución. Llegó a realizar mediciones conjuntas con la superviviente Pioneer. Las imágenes enviadas por la Magallanes son las más nítidas disponibles de Venus y las más numerosas de todas las misiones anteriores. Magallanes tomó imágenes de más del 98% de la superficie del planeta.


Además de las neves con destino específico Venus, se lanzaron naves hacia otros planetas y regiones del sistema solar que, aprovechando el empleo de la gravedad de Venus (como impulso a los objetivos exteriores), recopilaron más datos.

Este fue el caso, por ejemplo, de misiones como la Galileo (destino Júpiter), en 1990, y la Cassini (Saturno), en 1998 y 1999.

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