Satélites Naturales
de Saturno
Misiones
Introducción
El sistema de Saturno es, a día de hoy, el de mayor número de lunas en el sistema solar, desde Titán, la segunda en tamaño de todas las conocidas, solo superado por el joviano Ganimedes por poco más de 100 km de diámetro, hasta pequeños objetos de unos pocos kilómetros, ofreciendo una enorme variedad de ambientes para investigar todo tipo de procesos (físicos, químicos, geológicos e incluso biológicos) de nuestro vecindario astronómico.
Tras el descubrimiento, con las primeras misiones planetarias y los avances en telescopía, de que no eran cuerpos sin interés, sino que eran astros con actividad propia, los satélites naturales de los plametas han ido tomando cada vez mayor importancia. Este interés científico se ha multiplicado cuando se han hallado signos de agua líquida en el interior de varios de ellos y de ambientes posiblemente compatibles con la vida.
Titán, por ejemplo, es uno de las lunas de Saturno en las que se considera muy probable la presencia de un océano subsuperficial, junto con Mimas y Encélado. Pero además es el único objeto del sistema solar (salvo la tierra, claro está) con mares y lagos de líquidos estables (hidrocarburos) en la superficie (y subterráneos). Se hallaron igualmente una gran cantidad de oros elementos orgánicos e incluso un ciclo de metano, formándose nubes de este elemento y lluvias análogas al ciclo del agua de nuestro planeta.
A toto ello se suma que es también único en la presencia de una atmósfera importante, una atmósfera densa, con alto porcentaje de nitrógeno y rica en hidrocarburos, incluso moléculas orgánicas complejas. Es, por tanto, un objetitvo muy apetecible para la comunidad científica, como se ha podido confirmar con la aprobación de la misión Dragonfly de la NASA.
Pero como hemos visto, no solo esta luna gigante es interesante, también lo son otras como la citada Encélado, en la que se han detectado compuestos orgánicos en los penachos provenientes de su océano interno, elementos precursores de los aminoácidos, los ladrillos de la vida. Además tiene actividad hidrotermal en el fondo, una salinidad y pH compatibles con la vida que conocemos y unos potentes géiseres en el polo sur de los que brota hielo y partículas al espacio exterior. Todos ellos son motivos suficientes para hacer de Encélado otro destino muy atractivo para misiones espaciales científicas; por ello la ESA ya ha aprobado una mision a largo plazo con su meta en este satélite del gigante de los anillos.
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