Satélites Naturales
de Júpiter
Lunas de Júpiter
Calisto
Fue descubierta por Galileo Galilei en enero de 1910.
Su nombre es el de la cazadora del cortejo de vírgenes de Artemisa (la osa mayor simboliza a esta cazadora tras ser transformada en Oso por Artemisa, según unos, o por el propio Zeus —el Júpìter para la mitología griega—, según otros, que la había dejado embarazada con engaños).
Calisto es la segunda luna más grande de Júpiter y la tercera luna más grande de nuestro sistema solar. Es 1,4 veces mayor que la Luna y tiene casi el tamaño de Mercurio.
Es la más alejada del planeta de las cuatro galileanas. Calisto está bloqueada por mareas con Júpiter, lo que significa que el mismo lado de Calisto siempre está frente a Júpiter.
Si bien en un principio, se detectó, por la nave espacial Galileo, una fina atmósfera de dióxido de carbono, investigaciones posteriores han determinado que la atmósfera de Calisto tiene, también, hidrógeno y oxígeno.
Presenta un albedo del 22%. La composición de su superficie se considera, en términos generales, muy similar a la del resto del satélite.

La superficie de Calisto está helada y cubierta de cráteres de varias formas y tamaños. Es el objeto más lleno de cráteres de todos los objetos de nuestro sistema solar. Las imágenes de Calisto capturadas por la Voyager 1 muestran puntos blancos brillantes que se destacan sobre las regiones más oscuras. Los científicos piensan que las áreas brillantes son principalmente hielo y que los parches más oscuros son áreas donde el hielo se ha erosionado.
Los accidentes geológicos más prominentes de Calisto son las cuencas con múltiples anillos, de las que destacan Valhalla, que es la mayor, con una región brillante central de 600 kilómetros de diámetro, mientras que los anillos se extienden a 1.800 km del centro. La segunda mayor es Asgard, que mide unos 1.600 km. Estas estructuras con múltiples anillos probablemente son consecuencia de una ruptura concéntrica de la litosfera tras el impacto. Esta litosfera debía de reposar sobre un lecho de materiales blandos, incluso líquidos, posiblemente un océano.
Otros accidentes geográficos prominentes de este satélite son las Callisto Catenae, que son ocho largas cadenas de cráteres de impacto en línea recta. Fueron creadas por objetos que se fragmentaron debido a las fuerzas de marea a su paso cerca de Júpiter para golpear después Calisto, o bien por impactos muy oblicuos. Tenemos como modelo la Gomul Catena (en la parte norte de la enorme estructura anillada Valhalla), de unos 350 km de longitud, con cráteres de 25 km de diámetro como mínimo.
Un ejemplo relativamente reciente de este tipo de impactos lo vimos cuando el cometa Shoemaker-Levy 9 se fraccionó por la gravedad Joviana e impactó contra el planeta en el año 1994.
Las cadenas de cráteres de Calisto llevan el nombre de ríos, valles y barrancos de la mitología nórdica. Los cráteres de mayor diámetro conocidos son Heimdall (210 km) y Lofn (200 km), con nombres de deidades nórdicas (de la luz y del matrimónio, respectivamente).

La superficie, picada de cráteres, de Calisto estaría en la parte superior de una capa de hielo de unos 200 kilómetros de espesor.
Tras estudiar los datos enviados por la nave espacial Galileo en la década de 1990 parece que Calisto puede tener un océano salado debajo de su superficie helada, a 250 kilómetros de profundidad. Investigaciones más recientes revelan que este océano puede estar ubicado aún más profundo de lo que se pensaba o, incluso, puede ser que no exista.
Puede ser que el interior de Calisto tenga capas de hielo mezcladas con roca y metal, posiblemente extendiéndose hasta su centro.
El magnetómetro de Galileo reveló un campo magnético variable, lo cual puede deberse a corrientes eléctricas variables cercanas de la superficie de Calisto, como respuesta a cambios en el campo magnético de fondo a medida que gira Júpiter. Los científicos determinaron que el lugar más probable para que fluyan las corrientes sería una capa de hielo derretido con un alto contenido de sal. Según el magnetómetro, el posible océano debe tener una profundidad mayor de 10 kilómetros.
Una nueva evidencia que apoyaría la presencia de un océano subterráneo la da una imagen tomada por la Galileo de la parte de la superficie de Calisto directamente opuesta a la cuenca del Valhalla donde Calisto fue golpeada por una colisión importante. El punto de oposición, o antípoda, no muestra ningún efecto del impacto, como sí sucede en astros de tamaño semejante como la Luna o Mercurio, que manifiestan en puntos de oposición a impactos un terreno irregular atribuido a los choques sísmicos de los impactos distantes. Se llaman «terreno antípodas» y tienen características estriadas y montañosas mientras que en Calisto se ve en el punto opuesto de Valhalla, por un sobrevuelo por Galileo el 25 de mayo de 2001, el mismo tipo de superficie llena de cráteres que se ve en toda Calisto, pero sin estrías ni colinas.
Esta imagen ampara el modelo de la década de 1990 por el que se propone que una capa líquida podría estar actuando como un amortiguador dentro de Calisto.
Si existe, el océano salado de Calisto puede estar interactuando con una capa de rocas, que es una condición para la creación de vida, por lo que Calisto está incluido en la lista de posibles lugares donde podría existir vida en nuestro sistema solar, aunque con menos probabilidades que Europa. Además el oxígeno detectado en su exosfera puede ser otro posible signo de vida.
En 2003 la NASA elaboró un estudio, llamado Human Outer Planets Exploration (HOPE) con vistas a la futura exploración del sistema solar exterior. Se propuso que se podría construir una base en la superficie de Calisto para proporcionar combustible en una futura exploración del sistema solar. La elección de Calisto estaría basada en la poca radiación que recibe y su estabilidad geológica (escasa actividad vulcánica, sísmica, etc.), lo cual permitiría la posterior exploración de Europa e, incluso, ser una base de suministros para las naves espaciales que se acercaran más al sistema solar exterior, que, además, utilizarián la asistencia gravitatoria de Júpiter tras salir de Calisto.
En un informe de diciembre de ese mismo año 2003, la NASA expresó la idea de que se podría llevar a cabo una misión tripulada a Calisto en la década de 2040.