Asteroides
Distribución y riesgo
Asteroides del cinturón principal
El llamado cinturón de asteroides, donde se ubica la inmensa mayoría de ellos, es una zona del sistema solar situada entre Marte y Júpiter (entre 2 y 3,5 UA). Todos sus asteroides giran alrededor del Sol en el mismo sentido que los planetas, con un periodo orbital entre 3,5 y 6 años, y una excentricidad media de 0,5%. Se llama cinturón principal para diferenciarlo de otros como el de Kuiper.
Actualmente se conocen cientos de miles de asteroides pero podría ser que el cinturón albergase millones de ellos. Se puede considerar la frontera entre la zona interior del sistema solar, donde se ubican los planetas terrestres (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte), y el sistema solar exterior, formado por los gigantes gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

En el pasado la idea de un cinturón de asteroides como una zona llena de escombros de rocas y polvo muy concentrada, con estos miones de cuerpos juntos unos con otros. Esta idea se ha plasmado en películas del espacio así como en recreaciones durante décadas basadas en la idea conformada de este cinturón. La realidad es muy diferente ya que, aunque se producen colisiones entre ellos, las distancias entre los asteroides son enormes, de millones de kilómetros, incluso en las partes más densas del cinturón, con un término medio de 5 millones de kilómetros. Se estima que hay una colisión entre objetos de 10 km o más cada 10.000 años, lo cual es una frecuencia considerable teniendo en cuenta la escala de tiempo sideral.
La masa de todos los asteroides del cinturón principal es 2,8 a 3,2 x 1021 kg (un 4% de la masa lunar, teniendo el objeto Ceres un tercio de esa masa total). En general son pequeños, teniendo en cuenta que más de la mitad de la masa total del cinturón está contenida en los cinco objetos de mayor masa del mismo (Ceres, Palas, Vesta, Higia y Juno), siendo el resto distribuido entre los 600.000 y el millón de objetos que se estima integran este cinturón. Al menos 1.000 asteroides tienen diámetros mayores de 30 km y solo medio millón de asteroides supera 3,2 km de diámetro. La mayoría, por tanto, va desde unos cuantos metros hasta el tamaño de piedras grandes.
En general el cinturón se divide, en función de las resonancias jovianas, en tres: interior, exterior o medio (o principal, propiamente dicho). Los huecos de Kirkwood son zonas donde no se encuentran asteroides debido a resonancias orbitales con Júpiter que provocan que sus órbitas se tornen inestables.
Destacan en el cinturón la familia Hungaria, procedentes de una colisión catastrófica hace menos de 500 millones de años y cuyo principal componente es (434) Hungaria, y la familia Hilda, cuyo miembro principal es 153 Hilda.
La existencia del cinturón de asteroides tiene dos teorías: la más probable es la que propone que son los restos de la formación del sistema solar (nebulosa protosolar) que, en esa banda, no pudieron formar un planeta debido a la interacción de la gravedad de Júpiter en esa zona. De hecho muchas lunas jupiterinas son asteroides, o unión de ellos, secuestrados del cinturón. La otra, descartada por la mayoría teniendo en cuenta la escasa masa del cinturón, planteaba que son los restos de un planeta que pudo haber existido en esta región.
La formación del cinturón fue muy rápida, pero la enorme gravedad de Júpiter desalojó de la zona, en tan solo un millón de años, el 99,9% de la masa original del cinturón. Según algunos científicos, esta fue la causa del bombardeo intenso tardío, aunque para otros fue solo una pequeña parte. Parece que este bombardeo intenso tardío fue una consecuencia pluricausal teniendo mayor peso la teoría que implica a la migración de los planetas gigantes hacia el exterior del sistema solar y consecuente entrada de los objetos transneptunianos hacia el Sol al perder la circularidad de sus órbitas por las fuerzas gravitatorias de los planetas más grandes.
El bombardeo intenso tardío se basa en muestras recogidas de la Luna y la constatación de multitud de cráteres de un periodo temporal breve (se habría producido hace entre 4.100 y 3.800 millones de años). Si bien también hay detractores de la existencia de este bombardeo basados en que las muestras recogidas por las misiones Apolo fuesen, en realidad, el fruto de restos de un mismo impacto (en el Mare Imbrium) repartidos por una gran región del satélite, y en la ausencia de rocas de impacto con una edad superior a 4.100 millones de años, lo cual significaría que los impactos de los últimos 4.000 millones de años han borrado los vestigios de rocas anteriores, lo que explicaría la existencia de los cráteres del interior del sistema solar sin precisar un supuesto bombardeo. En todo caso parece que la aceptación de la existencia de dicho bombardeo es generalizada.
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